Alexis Ortiz / Crónicas desde Miami / Especial para “elNuevo Herald” de Miami…
Diosdado Cabello es un resentido con tanto miedo, que lo oculta tratando de asustar a los demás.
El resentimiento de Diosdado es contra su caudillo, el comediante eterno Hugo Chávez, quien por órdenes de Fidel Castro, prefirió a Nicolás Maduro como sucesor.
El miedo es por el chantaje que le tienen los comunistas cubanos, que le conocen su corrupción y sus crímenes, y lo obligan a actuar como perrito faldero de Maduro.
Y también teme al agente en Venezuela de Putin, el general Vladimir Padrino, que ha excluido de las Fuerzas Armadas y sus negocios a todos los amigos de Diosdado, y lo ha reducido a un programita de tv, donde sólo le queda vociferar, insultar y amenazar.
Cabello está fuera del juego real en Venezuela. La cadena de mando sigue un orden: Raul Castro-Díaz Canel, Maduro, Putin, Padrino, los ayatolás persas, Jinping, ELN, FARC, Erdogan, los bandidos internacionales de la minería ilegal, los hermanitos Jorge y Delcy Rodríguez, Bernal y quizás en el vagón de cola, dando gritos para llamar la atención, el aterrado Diosdado.
Su situación es tan patética que recuerda aquella barca del poema de Andrés Eloy Blanco, que soñó un gran viaje y terminó lavándose las velas. La gente de su pueblo El Furrial, en el estado Monagas, celebran la desgracia de Diosdado, porque lo saben canalla y piensan que es de justicia, verlo ahora como furriel de los cubanos rojos.
El día o la noche en que por fin regrese la Democracia a Venezuela, Diosdado acabará en el rincón de los bellacos. Será juzgado por sus jueces naturales, como corresponde, y como es lógico, será condenado por tantos atropellos y robos.
Pero ahora, si no fuera porque da pena ajena, daría risa.
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