Alexis Ortiz / Crónicas desde Miami / Especial para “elNuevo Herald” de Miami…
Hace pocos años, unos periodistas de Florida visitamos Tierra Santa (Israel). Cuando estábamos por entrar a Cisjordania, para visitar el pesebre donde nació el redentor Jesuscristo, las colegas del grupo empezaron a cantar “El burrito sabanero”, una aguinaldo del venezolano Hugo Blanco, popularizada por el niño Ricardo Cuenci y el maestro Simón Díaz.
No me atreví a acompañarlas en su canto porque mi voz es poco favorable, mientras que ellas son bellas y melodiosas: Bernardette Pardo, Yoli Cuello, Lulú Ubieta, Silvia Salgado, Rosa Towsend y Soledad Cedro. Ese es uno de los lindos recuerdos de mi vida andariega.
Y es que la navidad es tiempo de alegría religiosa, paz, armonía, reencuentro familiar, estallido del amor al prójimo y el perdón.
En el mundo hispano concebimos la navidad como una celebración cristiana, del nacimiento de Jesús en Belén de Judá y por eso nos cuesta comprender que se diga Felices Fiestas (Happy Holiday) en lugar de Feliz Navidad (Merry Christmas). Es como si a judíos y musulmanes se les dijera Felices Fiestas en sus días religiosos.
Pero lo más triste de todo es que en naciones autocráticas como China, Irán, Turquía, Bielorrusia, Corea del Norte, Arabia Saudita y Rusia, las cárceles se encuentran en estas navidades pobladas de presos políticos (en Rusia, por ejemplo, la condena de Alexander Navalny es otra canallada de Putin).
Y las dictaduras de la América Hispana, Bolivia, Cuba, Nicaragua y Venezuela, se solazan en el sadismo y la tortura, enterrando en prisión a miles de ciudadanos cuyo único delito, es intentar opinar libremente y defender la democracia.
El espíritu navideño y el compromiso con la libertad, nos obligan en esta navidad y siempre, a reclamar la libertad inmediata de todos los presos políticos.
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