Por Alexis Ortiz
Crónicas desde Miami / Especial para “elNuevo Herald” de Miami…
En un tiempo no tan ignoto, la social democracia cumplió un valioso protagonismo en la transición y consolidación de la democracia planetaria.
Rutilaron líderes como Willy Brandt (Alemania), Olaf Palme (Suecia), FH Cardoso (Brasil), Soares (Portugal), Mitterand (Francia), Carlos Andrés Pérez (Venezuela), Ricardo Lagos (Chile), Cuauhtémoc Cárdenas (México), Peña Gómez (R. Dominicana) y desde luego, Felipe González (España).
Por eso es un escándalo global que el partido socialista español (PSOE), haya llegado a la degeneración que hoy padece bajo el caudillismo de Pedro Sánchez.
Por eso entendemos la angustia de figuras históricas de ese partido ante tal ruina política: Alfredo Pérez Rubalcaba (+), Joaquín Leguina, Javier Rojo, Alfonso Guerra, NIcolás Redondo, Rodríguez Ibarra y el propio Felipe González.
Con Pedro Sánchez y su mentor Rodríguez Zapatero, el PSOE renunció a sus compromisos éticos y doctrinarios. Ahora los signos de identidad del sanchismo son la amoralidad, desnudez programática, narcisismo, codicia, corrupción y prepotencia.
Ahora a los capataces del PSOE de Sánchez, sólo les interesa el poder para el abuso y los negocios venales que genera. Para ello no vacilan en corromper hasta el esfuerzo presupuestario contra el covid o el tráfico de influencias más ominoso, practicado incluso por la esposa del presidente.
Sánchez, para sostener un gobierno minoritario, esperpéntico e inútil, ha hecho alianzas contranatura con los terroristas vascos y los cismáticos catalanes (ambos no ocultan el propósito de romper a España).
Y lo peor es que ha convertido a los burócratas de su partido en lacayos que, como uno de sus ministros, el mismo que insultó al presidente de Argentina, a su jefe Sánchez, en un colmo de adulación grotesca, llamó “el puto amo”.
Para Pedro Sánchez la astucia es el principal y único valor político. Cree que así se puede eternizar en el mando como sus referentes Putín y Fidel Castro. Con su zorrería torpe logró empinar en la Madre Patria a un estadista lujoso de nombre Alberto Núñez Feijóo.
El “astuto” Sánchez nunca se enteró de la enseñanza de Umberto Eco: “Las astucias de la razón son infinitas”.
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