Alexis Ortiz / Crónicas desde Miami / Especial para “elNuevo Herald” de Miami…
En toda estrategia la flexibilidad es vital. Especialmente en la política una actividad dominada por el azar. Y esa capacidad de variación estratégica será más sabia si evita sacrificar los valores trascendentes que animan al activismo democrático.
Por eso para que un Plan alternativo no esté impregnado de la “B” de bobería, debe cumplir algunas exigencias:
Al llamado Plan “B” debe acudirse cuando se han agotado todos los esfuerzos e iniciativas para lograr el Plan “A” o primario. El “B” no puede consistir en rendirse sin pelear.
El Plan “B” no se anuncia antes de agotar el “A”. Debe ser en la medida posible secreto, o por lo menos lleno de incertidumbre para el adversario. Se debe procurar la sorpresa.
En el caso de Venezuela el Plan “A” irrenunciable para la oposición democrática al castrochavismo, no es otro que lograr las Elecciones Primarias para escoger el candidato presidencial y, desde luego, defender con uñas y dientes el derecho del ganador (a) de esos comicios primarios a ser el abanderado (a) electoral del pueblo democrático.
Es necio aceptar inhabilitaciones o el escamoteo de la voluntad ciudadana expresada en las Primarias.
Por eso nos alarma la proposición de un peregrino Plan “B” que consiste en hacer una lista de candidatos para que el narcodictador Maduro los inhabilite una a uno, hasta que consiga un monigote propicio para su fraude electoral.
No nos podemos rendir pasivamente ni desmoralizar al pueblo que está saliendo a la calle a fortalecer el proceso de Primarias. Con la movilización popular interna y el respaldo internacional que ya estamos logrando, hay que obligar a la narcodictadura a aceptar el triunfo del candidato (a) de la gente.
Y luce hasta ahora que tal candidato (a) es María Corina Machado.
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