LABERINTO VENEZOLANO

Alexis Ortiz
Especial para “TRINCHERA”

Cuesta trabajo que los observadores del acontecer contemporáneo, nos acostumbremos a la idea de la historia como una realidad cruzada por el azar. Que no tiene leyes o reglas inconmovibles. Que no es tan rústica como lo quería el simplismo de Karl Marx. Por eso no es tan cómodo el análisis histórico.

Tal es la situación en la actual coyuntura venezolana. Se vive lo que el impresentable ex vicepresidente boliviano García Linera, llamaba un empate catastrófico, por ahora el Gobierno puede vencer a la oposición ni lo contrario. Veamos:
La narcodictadura castrochavista, encabezada por Nicolás Maduro, teledirigido por el partido comunista cubano, ocupa los espacios del poder, en el sentido de disponer del presupuesto nacional y su capacidad de corromper, además del aparato represivo (militar, policial y judicial) del estado.

También cuenta con el respaldo desigual de las dictaduras de Rusia, China, Irán, Corea del Norte, Nicaragua, Bolivia y de personajes ambiguos como Lula, Petro, López Obrador, Pedro Sánchez, Rodríguez Zapatero, Mel Zelaya… Esa es su “fortaleza”.

Su debilidad está en que entregó la soberanía nacional a potestades foráneas, amén de arruinar el país en lo político económico y social.
La oposición democrática se acaba de convertir en gobierno electo con el 70% de los votos, cuenta con el liderazgo legítimo de María Corina Machado y la presidencia legal de Edmundo González Urrutia. Tiene la solidaridad de las democracias más reconocidas del planeta y enfrenta a una narcodictadura en avanzado grado de descomposición. 

Esa es su fortaleza. Su debilidad consiste en carecer de poder de fuego para enfrentar a un enemigo totalitario, que parece dispuesto a quemar a la nación con su gente adentro, antes de entregar pacíficamente el poder.

Atravesamos entonces un momento de extrema complicación para rescatar la democracia venezolana ultrajada por el castrochavismo. Pero tenemos reservas políticas, éticas y de calor de pueblo, dentro y fuera de Venezuela, como para abrazar un optimismo prudente, o por mejor decir, un realismo combativo.

Sin rabia, con paciencia, sin resignación, con brío, el   venezolano resiste. Con María Corina y Edmundo como la líder y el presidente legítimos.

Como católico confío en que el Señor no abandonará a nuestro Bravo Pueblo.

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