En el año de gracia de 1958, después del derrocamiento del dictador Pérez Jiménez, en Punto Fijo, la residencia de Rafael Caldera, los padres refundadores de la Democracia, Rómulo Betancourt, Jóvito Villalba y Caldera, con sus partidos AD, URD y Copei, sellaron el histórico Pacto de Punto Fijo.
Ese acuerdo los comprometía a defender la institucionalidad, respetar los resultados electorales, gobernar la transición juntos y desarrollar un programa de gobierno común.
El Pacto fue satanizado por el teniente coronel golpista Hugo Chávez, pero gracias a Punto Fijo la nación vivió el período más provechoso y civilizado en sus anales, la Democracia Civil (1958-98).
Hoy encontramos una situación más deplorable y peligrosa que en 1958. La narcodictadura castrochavista produjo en el país una humillante ruina política, económica y moral. Tal espanto y laberinto reclama la unidad de los venezolanos democráticos.
Llegó la hora de un nuevo Pacto de Punto Fijo, con propósitos similares a 1958, más la necesidad de sacar a Venezuela de la bancarrota y regresarle su soberanía secuestrada por las dictaduras de Cuba, Rusia, China, Irán, Turquía, Bolivia, Nicaragua, el terrorismo musulmán, los bandidos de la minería ilegal internacional, la narcoguerrilla colombiana y los impresentables Kirchner, Zapatero, López Obrador, Petro, Lula…
Por tal motivo es clave un entendimiento entre los que ahora suenan como aspirantes a conducir el país (y no tuvieron responsabilidad en el disparate traicionero de liquidación del gobierno interino-legítimo de la república): Lorenzo Mendoza, María Corina Machado, Juan Guaidó, Andrés Velázquez, Antonio Ledezma, Humberto Calderón Berti, César Pérez Vivas…
Los líderes políticos y de la sociedad civil deben alejarse del vicio corrosivo de la antipolítica. Sacudirse todo sectarismo, pantallerismo, veneración de la astucia, mesianismo y otras falencias.
¡El nuevo liderazgo nacional debe ser ético, plural y colectivo!
jalexisortiz@gmail.com @alexisortizb
www.alexisortiz.com +1 305 910 55 17