Alexis Ortiz / Crónicas desde Miami / Especial para “elNuevo Herald” de Miami…
Este titular puede resistir dos lecturas:
La de los adversarios de María Corina en su propio campo, que la consideran indispuesta para acuerdos necesarios y/o, non sanctos, que aseguren la presidencia.
Y la de los capitostes de la narcodictadura castrochavista, confusos y aterrados ya que, de súbito, les apareció un desafío con el que no contaban:
La paulatina conversión de la Machado, una líder que no pueden comprar ni asustar, en un creciente fenómeno de masas.
Entonces se inicia la arremetida de la pandilla Maduro-Díaz Canel contra María Corina. Primero, la socorrida acusación de que ella es una “aristócrata” incapaz de conectarse con el pueblo. Luego el tratar de asociarla con acciones truculentas, como esa de los que contrataron mercenarios, para salir de la narcodictadura ruinosa. Y ahora, utilizar leguleyos a sueldo para descalificarla y procurar su inhabilitación como candidata.
El fervor popular alrededor de María Corina desmiente la necedad de su presunta “aristocracia”; identificarla con brumosos mercenarios tampoco tiene credibilidad; e, inhabilitarla a ella y a otros candidatos insumisos, como hizo Ortega en Nicaragua, también terminará como una maniobra de vuelo gallináceo.
Lo que sí nos preocupa es que apliquen el formato de Fidel Castro para eliminar adversarios, como el que se usó para salir de Oswaldo Payá, al provocar el accidente automovilístico mortal; o el de diosdado Cabello quien, por razones “sentimentales”, hizo estallar un avión en pleno vuelo y de ese modo asesinó a un adversario (y pasajeros inocentes); o el clásico de contratar un sicario para atentar contra la líder y hacer aparecer el crimen como la acción de un “espontáneo”.
Pero María Corina va sin frenos y, como se dice en criollo, detenerla es más difícil que “matar un burro a pellizcos”.
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